martes, 21 de junio de 2011

Crónica Quebrantahuesos 2011

Desde que nos inscribimos al sorteo, hace ya unos meses, hasta que llegó el ansiado día han pasado demasiados kilómetros, muchos pensamientos, inquietudes, pero, han valido la pena.




El pasado viernes 17 tres integrantes de la Agrupació Ciclista Prat, Silvia Moras, José Antonio Román y Manel Estrada iniciaron el viaje en coche a Sabiñánigo, cargados con bicicletas e ilusión por enfrentarse a los durísimos 205 kilómetros que recorrerían al día siguiente. Desafortunadamente, por causas de fuerza mayor, los otros dos integrantes de la expedición pratense, Moisés Castillo y Jaume Mercader, no pudieron venir, aunque, nos acordamos de ellos en muchos tramos de la prueba. Seguro que pedaleamos juntos otro año subiendo el Marie Blanque. Finalmente, la familia de José Antonio nos acompañó en un viaje de unas cuatro horitas hasta Sabiñánigo, donde pretendíamos observar el ambiente previo y recoger el dorsal. Al llegar a dicha localidad, el ambiente ciclista era muy evidente, todas las rotondas decoradas con motivos ciclistas y diversas y constantes referencias a la Quebrantahuesos por todas partes.

 Conseguimos aparcar no muy lejos del recinto y nos cercioramos de que esta marcha no es una más, es el Tour de Francia de las marchas, la logística instalada era espectacular. Conciertos, barra de bar y un recinto enorme donde se presentaba la carrera con invitados especiales como el corredor del Movistar Chente García Acosta, el comentarista de TVE Carlos de Andrés o el genial ex ciclista del mítico Teka Reimund Dietzer. En dicho pabellón podías adquirir cualquier componente ciclista, desde ropa de todos los equipos profesionales, ruedas, botas, geles, barritas energéticas … es algo parecido a una muestra de marcas donde exhiben sus productos a posibles compradores. También recogimos nuestros dorsales, chip y maillot; y aunque al día siguiente entre Treparriscos y Quebrantahuesos saldríamos 11000 ciclistas, no hicimos ni un solo segundo de cola. Más tarde hablaré de la organización, pero calificarla de excelente es injusto. No pudimos quedarnos mucho más tiempo ya que todavía nos quedaba llegar al hotel, cenar y descansar y, como intuíamos, la población donde nos hospedábamos estaba a más de una hora en coche por una carretera con demasiadas curvas. Después de instalarnos y cenar, llegaba la hora del descanso para el día siguiente.


Según se anunció, la meteorología era incierta, aunque ya sabíamos de antemano que lluvia íbamos a tener seguro en tierras francesas. Con esta incertidumbre desayunamos en Fiscal y nos dirigimos de nuevo a Sabiñánigo. Quizás el único pero es lo complicado de aparcar, aún así llegamos con tiempo para colocarnos en nuestro lugar en la salida. Tampoco era muy difícil encontrar nuestro cajón, era el último y ni siquiera veíamos los arcos de salida que se encontraban al tomar una curva a derechas. Hacía sol y había ganas de hacerlo bien, así que sonó el chupinazo habitual y arrancó la prueba. Nada más pasar por el arco de salida (control de chip) y de una parada técnica debido a la rueda delantera de Manel, los tres integrantes del club comenzaron a avanzar grupos y grupos, tirando de ellos y enlazándonos con otros más numerosos, comandados por José Antonio el cual llegó a la Quebrantahuesos en un estado de forma envidiable. Así pues, la primera ascensión, Somport, no tardó demasiado en llegar allá por el kilómetro 43.



Conforme se iba ascendiendo la temperatura se iba volviendo más fría, quizás en la bicicleta no te dabas cuenta pero lo podías intuir por la ropa de abrigo que vestía el innumerable público que abarrotaba las cunetas en los últimos kilómetros. Después de coronar Somport tocaba abrigarse ante un descenso donde la niebla y la lluvia eran los peligros principales. Con prudencia y frío descendimos y empezó una zona de llaneo por las lluviosas carreteras francesas hasta llegar al supuesto coco de la jornada, un puerto especial del Tour, el Col du Marie Blanque. Como sabíamos, el inicio del puerto no era muy exigente pero, los últimos 4 kilómetros eran durísimos, con 11% de desnivel constante. De nuevo, el calor del público te daba un extra en las últimos metros, con el sonido de un gaitero, el griterío de la gente e, incluso, un diablo al más puro estilo del que solemos ver en las retransmisiones de pruebas ciclistas en televisión. De nuevo, un descenso un poco más técnico pero sin lluvia y allá por el kilómetro 130 nos enfrentamos a unos 30 kilómetros de puerto, el verdadero juez de la Quebrantahuesos, el Col du Pourtalet. No se trata de un puerto duro en lo que se refiere a porcentajes, aunque los kilómetros finales son al 7%, pero se hace eterno.




No obstante, lo espectacular del paisaje y los ánimos del público emocionaban. Con especial énfasis al público vasco el cual es entregadísimo con todos los participantes, personalmente lo pasé bastante mal en los últimos dos kilómetros pero, al ver la entrega de estos aficionados los cuales me ofrecieron hasta un bocadillo de chistorra, saqué fuerzas de no sé dónde.



Ya el sol dominaba el día y el calor era evidente, otro descenso largo y tendido para entrar en un callejeo en un pueblo de pavé, vale que no era el adoquín de la Paris – Roubaix , pero ya con 180 kilómetros toda dificultad se eleva a varias potencias.


 Y ya para colmo de males, llegó la última ascensión del día, tan solo dos kilómetros sí, pero al 10%, los cuales hicieron bastante daño. Los últimos kilómetros la dificultad fue el viento, recuerdo que los 10 kilómetros finales se hicieron eternos, pero las ganas de llegar a meta y la ilusión por haber finalizado una prueba tan dura valieron la pena. Después de recuperarnos ligeramente gracias a San Miguel, a eso de las 19:00h nos fuimos hacia el pódium / escenario para que nuestra campeona Silvia recogiera su trofeo que le acredita como vencedora en su categoría.


Al cabo de un buen rato, iniciamos el regreso a El Prat para que Morfeo se apoderara de nuestra mente toda la noche y buena parte del domingo. Lo dicho, lo de la organización es de matrícula de honor, gente en cada cruce, en cada curva peligrosa, coches de asistencia técnica por doquier, avituallamientos generosísimos, etc. Os lo recomiendo, ya somos la élite de los globeros.




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