martes, 26 de julio de 2011

Crónica salida a Puigcerdà


Terrible, apocalíptica, atroz... estos son los adjetivos que describen la excursioncita del pasado domingo cual Piqueras.
Una vez más, el enésimo madrugón del año hizo que nos congrerámos en la Plaça de la Vila un buen número de corredores, 14 para ser exactos, más dos jóvenes invitados, de los cuales 8 (más dos) recorrerían de sur a norte el territorio catalán. Así pues, la grupeta salió puntual e ilusionada y a un ritmo constante y rápido, hasta que pasado Sant Vicenç dels Horts, Francisco Roldán sufrió el segundo pinchazo del día (el primero fue de Diogo nada más llegar a la plaza). Como nos esperaban 200 kilometrillos de nada y el objetivo clave era comer en Puigcerdà y que nos diera tiempo de coeger el tren de las 17:11h, se optó por no esperar y se continuó con una media que iba bajando a la vez que aumentaban los kilómetros. Como se puede observar en las gràficas, el desnivel iba en aumento progresivamente a medida que avanzaba el día. Después de tramos durísimos y más de 120 kilómetros recorridos, nos adentramos en la capital del Berguedà para hacer el primer y único avituallamiento del día. Una panadería fue saqueada en Berga allá por las 11:30h, croissants, cocas, tartas de manzana, bocadillos... y así fue como se continuó para recorrer los últimos 80 kilómetros. Si bien el calor no fue un hándicap demasiado relevante, el sube-baja constante que soportamos hasta La Pobla de Lillet fue demasiado machacante y así, en el kilómetro 145 del día, emprendimos la ascensión al terrible Coll de la Creueta. Parece mentira que un puerto con un nombre tan aparentemente inofensivo sea tan duro, más de 20 kilómetros y con rampas al 11%, 12% que nos llevaron hasta la estación de La Molina. Obviando la bajada, los dioses se conjuraron para que el tramo que nos llevó hasta Puigcerdà se hiciera durísimo debido a un viento de cara que cortó al grupo. Menos mal que nuestro compañero Juanma, acompañado de su estupenda y motorizada familia, ya nos había guardado sitio en el bar de la estación de tren, donde más de uno devoró un par de bocadillos. No es que nos sobrara múcho tiempo, pero fue suficiente para esperar tranquilamente el tren y emprender las tres horitas de vuelta hasta Barcelona. Una jornada bellísima de ciclismo y que servirá para engrosar la lista de hazañas épicas para contar a los nietos. Lastimosamente, lo peor del día fue la excursión alternativa que partió con nosotros de El Prat. Nuestro compañero Javi tuvo una grave caída en Vacarisses y tuvo que ser hospitalizado. Afortunadamente, se encuentra en casa recuperándose del dolor de su clavícula y brazo. Según nos han contado nuestros compañeros, la gente de la zona se solidarizó rápidamente colaborando para llamar a la ambulancia, etc. Sin duda es un varapalo para Javi, el cual estaba realizando un sobresaliente primer año con nosotros y esperamos de todo corazón volverle a ver los domingos por las mañanas muy pronto. Absolutamente todos estamos contigo Javi.

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