lunes, 5 de marzo de 2012

Crónica Ruta del Cister, Domingo Histórico I


Bien temprano hemos partido desde el prat, cinco valientes camino a Santes Creus, punto de partida de nuestra ruta de hoy.

Aparcamos los coches junto al monasterio de Santes Creus, preparamos rápidamente la vestimenta ciclista, y nos disponemos a dar pedales. Hemos empezado por hacernos la foto en el punto de partida y sin perder mucho tiempo, nos hemos subido a nuestras monturas. El primer tramo, que une a Santes Creus con Vila-Rodona, ha transcurrido por una húmeda y gélida carreterita, de la que pronto hemos salido para enlazar con la comarcal. Este encuentro con el frío de la mañana, nos ha servido par desperezarnos rápidamente y mover las piernas y así poder entrar en calor.



Al llegar a Vila-Rodona, hemos girado a la derecha para cambiar de carretera dirección a Figuerola del Camp. Aquí justo, hemos encontrado la primera dificultad del día. Un viento huracanado que ha convertido una agradable carretera secundaria, en la mismísima puerta del infierno. Los pocos kilómetros que separan ambas poblaciones, han sido como subir el Mortirolo y el Tourmalet todo junto y sin descansar. Hay que reconocer, que por la cabeza de todos ha pasado la opción de abortar la excursión, y dar media vuelta para casa. La verdad que era un viento exagerado, por la fuerza y por la sensación térmica que daba.

Una vez llegado a Figuerola, parece que alguien ha escuchado nuestras plegarias, y nos ha cerrado la puerta para que no entrara tanta corriente. Esto ha hecho levantar un poco el ánimo del grupo y continuar decididamente a conseguir nuestra intención inicial. Esto unido a un tramo por carreteras típicas de las clásicas que se empiezan a correr ahora en Europa, nos ha permitido mantener un ritmo un poco más alegre.

Así hemos continuado la ruta, pasando por Cabra del Camp, Barberà de la Conca, Montblanc y llegando a L'Espluga de Francolí. Aquí es donde el GPS ha empezado a jugar con nosotros, perdiendo un poco el rumbo inicial y creando las primeras dudas. Fiándonos de nuestra memoria, logramos llegar al Monasterio de Poblet, donde nuevamente bajamos de las bicis para hacernos otra foto turística. Después de un rápido paso por el pavé de Poblet, volvemos por otra carretera a L'Espluga. La atravesamos por todo su casco histórico y más pavé, de donde deberíamos tirar dirección a Senan y Vallbona de les Monges. Pues bien, nada más salir de L'Espluga, nuevamente el “garmin” que se pone juguetón, y nos dice que debemos desviarnos por un camino sin asfaltar. Aunque tenemos serias dudas de que el trazado debiera ser por ese camino, las ganas de divertirnos nos hace que no dudemos y nos metamos de lleno por él. Supongo que el ver el día antes a los profesionales en la Estrade Bianche nos motivo en exceso y no nos lo pensamos demasiado.

Este cambio de rumbo hizo que nos perdiéramos el tercer monasterio de la ruta, el de Vallbona de les Monges, y que recortásemos en unos 15 km la ruta inicial. La nueva ruta nos hizo pasar por Blancafort y Solivella, desde donde nos dirigimos por la comarcal dirección Belltall par enlazar de nuevo con el trazado inicial. Justo al salir de Solivella, llegó la segunda parte divertida del día. Una subida de unos 4 km en la que la pendiente se mantenía constante entre el 10 y el 11%. Las fuerzas de más de uno se vieron mermadas, y las piernas empezaron a acusar los kilómetros acumulados. Nada que el siguiente tramo no hiciera olvidar rápidamente. Un tramo de pista forestal, que pasa por todo el parque eólico y en el que el paisaje es totalmente alucinante. Un constante sube y baja, con cambios de ritmo que nos acercaba otra vez a las clásicas belgas.
Así continuamos pasando por varias poblaciones, Forès, Conesa, Les Piles, Vallespinosa, Pontils… este último tramo, es un descenso de película, Una serpenteante carreterita rodeada de pinos en la que es difícil no dejarse llevar por la emoción de la velocidad y lanzarse a tumba abierta.

A estas alturas las fuerzas ya estaban más que en reserva, el agua hacía rato que escaseaba, y el ánimo no estaba en su mejor momento. Pero en el pensamiento sólo había la idea de que los últimos 20 km serían de descenso, así que solamente quedaba hacer un último esfuerzo para lograr terminar esta aventura. Este último esfuerzo pasaba por subir a Querol y Esblada. De todas maneras, el descenso final, tampoco fue un camino de rosas. Alguien se volvió a dejar la puerta abierta, y el fuerte viento nos castigó durante los 20 km que nos quedaban hasta el coche. 20 km en los que no podías dejar de pedalear para mantener una velocidad decente.

Al final, 130 km de ruta y cerca de 2000 metros de desnivel. Nada de lo que no pudiéramos reponernos con un buen bocata y unas cervecitas.

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